La creciente clase media trabajadora demandaba cada vez más variedad ante lo cual, C&A apostó por nuevas técnicas de producción y unos márgenes de beneficio más reducidos para así poder ofrecer moda a un sector más amplio de población que hasta ese momento no podía permitírselo.
La innovación siguió muy presente, tanto que la empresa fue pionera en el uso de la publicidad e introdujo la posibilidad de devolver los productos una vez comprados. Aunque los márgenes eran pequeños, el volumen de ventas era alto y los beneficios se reinvertían en el negocio, permitiendo así el crecimiento.
La innovadora fórmula que había democratizado la moda en Holanda no tardó en probarse en Alemania con idénticos resultados. Y la apertura en 1911 de una gran tienda en la Alexanderplatz de Berlín supuso el lanzamiento de la marca en el país germano.
La creatividad siguió siendo clave: prueba de ello fueron las significativas mejoras como el autoservicio, las cajas registradoras mecánicas, las escaleras eléctricas y todo tipo de comodidades similares. Sin olvidarnos, por supuesto, de una gran variedad de prendas al mejor precio.
Pero no todo ha sido fácil y la empresa ha tenido que enfrentarse a numerosos retos a lo largo de los años. Por ejemplo después de la II Guerra Mundial, cuando el objetivo pasó a ser la reconstrucción del negocio, muy deteriorado en países como Alemania. Por suerte, el crecimiento económico en tiempos de posguerra potenció una rápida recuperación y, siempre desde la humildad, creatividad y pasión, C&A pudo crecer y convertirse en una de las empresas de moda más importantes en Alemania.
En las décadas siguientes, C&A abrió tiendas en 20 países, así como en América (Brasil y México) y Asia (China).